Nuestro cuerpo físico, nuestra mente y nuestras emociones están interrelacionadas, incidiendo una en las otras.
Un pensamiento incide en nuestras emociones, las actitudes en nuestros
químicos del cerebro y el movimiento corporal (por ejemplo la danza o
ejercicios de respiración) puede generar cambios tanto en lo emocional
como en lo mental.
De ahí que nuestra mirada, en
Gestalt, es integrativa, teniendo relevancia cada una de estas "puertas"
para conocernos, para crecer, transformar aspectos internos, actitudes,
cerrar situaciones pendientes, abrirnos a lo nuevo, desplegar nuestras
potencialidades ... Apuntamos al darnos cuenta cuándo somos coherentes (sentir, pensar y hacer en una misma dirección) y
cuándo no; ser cada vez más responsables de nuestras elecciones,
ampliar nuestro espectro de las mismas (recordemos que una "no
elección", es una elección).
El Cuerpo es quien
se encarga de recepcionar TODO cuanto nos acontece, es el primero en
registrar lo que nos pasa con sus sensaciones, nos demos cuenta o no en
la conciencia, le podamos poner nombre o no a nuestro sentir o claridad
en lo que estamos pensando. Nuestro cuerpo sí registra.
Tenemos
muchas expresiones donde se hace claro este vínculo: "Uy, me cayó como
una patada al hígado", "Tengo un nudo en el estómago", "Siento una
pelota atragantada en la garganta", "Tengo mariposas en el estómago",
... Muchas veces nos damos cuenta de lo que nos pasa corporalmente en
conexión con lo que nos pasa en el afuera. Otras veces no.
El Cuerpo expresa las emociones que nos guardamos en silencio, o las hemos anestesiado para evitar sentir dolor/ miedo/ enojo.
En frecuentes ocasiones nos callamos por elección, y lo elegimos por
muy distintos motivos (para evitar conflictos, por miedo, nos quedamos
sin palabras en ese momento y después no sabemos cómo retomar la
situación, no sabemos con quién compartir lo que nos pasa, no queremos
preocupar - es lo que nos decimos a nosotros mismos-, ...) y vamos
depositando en el cuerpo estos silencios sin darnos cuenta.
Cada cuerpo encuentra su manera de "hablar", de expresar esas emociones
que han quedado guardadas adentro y, en muchas ocasiones, hasta hemos
olvidado que las sentimos (por eso hablo de la anestesia emocional).
Algunos ejemplos son: tensiones en cervicales, alta presión, esguinces
recurrentes, lumbalgias, migrañas, acidez estomacal, etc.
¡No
toda afección física es un silencio puesto en el cuerpo! Somos humanos y
nuestro cuerpo se resiente, nos enfermamos o podemos presentar
dolencias de amplia variedad. Lo que hemos de prestar atención es a la
repetición o permanencia crónica en nuestro cuerpo. Quizás nos esté
hablando, poniéndole su lenguaje especial a esa emoción que callamos
(nos tragamos) y/o a situaciones indeseadas que "normalizamos", para
que veamos qué tenemos que cambiar en nosotros, qué herramientas no
estamos empleando o qué aspecto nuestro ha de ser transformado.
Si
nos prestamos atención podemos dar cuenta de muchos de estos silencios
depositados en el cuerpo. Fíjate, date tiempo para registrar qué emoción
no estás expresando; cuando aprendemos a expresar nuestras emociones,
con respeto hacia nosotros y hacia los demás, dejamos de poner en
nuestro cuerpo tantos síntomas y padecimientos.
Otras
veces, no tenemos ni la menor idea, e incluso pueden ser corazas
corporales instaladas en algún momento de nuestras vidas, para
protegernos. Por la importancia de este último punto, las corazas
corporales, lo dejo para otra oportunidad, pues incluso es una de las
razones por la que puede instalarse la anestesia emocional.
Ojalá vayamos depositando cada vez menos silencios en nuestro Cuerpo y que cuando optemos por callar sea por una clara elección sin "pagar ningún precio".
¡Buena semana!
Dra. Aída Bello Canto
Psiclogía y Gestalt
30 de septiembre de 2018
9 de septiembre de 2018
Límites en el Dar
El dar es un acto generador de grandes ventajas en los seres humanos, donde se ven beneficiadas las dos partes involucradas, el que da y el que recibe; favorece el contacto relacional sintiéndonos más conectados a los demás, nutre nuestra necesidad de sentirnos útiles, crecemos mutuamente, ... A veces solamente es registrada las bonanzas en la parte receptora, no tomando en cuenta las "ganancias emocionales" que percibe el dador. De ahí que en el Dar, desde lo más pequeño hasta el acto más grande solidario, todos y cada uno se enriquece.
Para que este enriquecimiento mutuo acontezca hemos de tener en cuenta ciertos aspectos, que suelen pasarse de lado, ya que ¿qué problema hay en el dar? ¡si por ahí lo que faltan son más dadores! En el sentido social podríamos pensar de tal manera, siendo de hecho la solidaridad uno de los gestos que nos trasciende como humanos, podemos registrarnos como parte de la Humanidad y en profunda empatía. Mas en este hoy me quiero referir especialmente al acto de dar en nuestras relaciones donde impera el ser responsables, conocer los límites en la ayuda.
Estos límites procuran y cuidan la dignidad del otro ser humano. Los dadores muchas veces pierden esta perspectiva, generando - por supuesto sin querer y con las mejores intenciones- que la otra parte se sienta en deuda, se sienta inferior, no permitiéndole crecer, desplegarse en sus potencialidades. Y en frecuentes casos, también el constante dar se puede convertir en un estilo de manipular: me aseguro que el otro me necesite, generando dependencia; por supuesto estamos hablando de uno de los ingredientes en los vínculos tóxicos.
En el dar es esencial:
- Poder mirar a la otra persona, qué es lo que necesita, si lo pide o no, si está receptiva para poder tomar lo dado y cuál es la medida del otro, en ese momento, para recibir. Por ejemplo, utilizando una imagen metafórica, si poseo una cacerola completa de comida y alguien se me acerca con un plato para que le ponga comida en el mismo, si se la vuelco toda en su plato, le estoy dando más de lo que puede tomar, se rebalsa el exceso y se pierde. A este punto me refiero cuando hablo de respetar cada uno su propio tiempo para el cambio, que se otorgue el caminar paso a paso, según lo va sintiendo, pues tomamos e incorporamos lo dado en la medida que podemos en ese momento específico de nuestra vida.
- El que recibe ha de tener la posibilidad de retribuir, pues con ello se iguala al que da, no se siente ni en deuda ni inferior. Las maneras de retribución son muchas y variadas, según el tipo de relación o vínculo; ejemplos: el Agradecimiento, honorarios en relaciones profesionales y/o de servicio, trueque, acuerdos mutuos en la forma y en el tiempo. De esta manera, el que da no se ubica en una posición superior.
- La persona ha de dar lo que tiene y en lo que es apto; si a mí me piden ayuda en temas que desconozco lo mejor que puedo es reconocer mis límites y quizás en el mejor de los casos orientar dónde puede encontrar lo necesitado. Hay quienes se exigen dar más de lo que tienen (ej: tiempo, energía), en desmedro de sí mismos y hay quienes exigen a otro que le den algo que la otra persona no tiene. Los límites vuelven a hacerse presentes.
Para terminar, y a modo de reflexión, si no hay un pedido y se da, sin preguntar al Otro qué necesita o sin corroborar que esa persona está disponible a recibir, ¿de quién es la necesidad?
¡Para que haya menor autoengaño!
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
Para que este enriquecimiento mutuo acontezca hemos de tener en cuenta ciertos aspectos, que suelen pasarse de lado, ya que ¿qué problema hay en el dar? ¡si por ahí lo que faltan son más dadores! En el sentido social podríamos pensar de tal manera, siendo de hecho la solidaridad uno de los gestos que nos trasciende como humanos, podemos registrarnos como parte de la Humanidad y en profunda empatía. Mas en este hoy me quiero referir especialmente al acto de dar en nuestras relaciones donde impera el ser responsables, conocer los límites en la ayuda.
Estos límites procuran y cuidan la dignidad del otro ser humano. Los dadores muchas veces pierden esta perspectiva, generando - por supuesto sin querer y con las mejores intenciones- que la otra parte se sienta en deuda, se sienta inferior, no permitiéndole crecer, desplegarse en sus potencialidades. Y en frecuentes casos, también el constante dar se puede convertir en un estilo de manipular: me aseguro que el otro me necesite, generando dependencia; por supuesto estamos hablando de uno de los ingredientes en los vínculos tóxicos.
En el dar es esencial:
- Poder mirar a la otra persona, qué es lo que necesita, si lo pide o no, si está receptiva para poder tomar lo dado y cuál es la medida del otro, en ese momento, para recibir. Por ejemplo, utilizando una imagen metafórica, si poseo una cacerola completa de comida y alguien se me acerca con un plato para que le ponga comida en el mismo, si se la vuelco toda en su plato, le estoy dando más de lo que puede tomar, se rebalsa el exceso y se pierde. A este punto me refiero cuando hablo de respetar cada uno su propio tiempo para el cambio, que se otorgue el caminar paso a paso, según lo va sintiendo, pues tomamos e incorporamos lo dado en la medida que podemos en ese momento específico de nuestra vida.
- El que recibe ha de tener la posibilidad de retribuir, pues con ello se iguala al que da, no se siente ni en deuda ni inferior. Las maneras de retribución son muchas y variadas, según el tipo de relación o vínculo; ejemplos: el Agradecimiento, honorarios en relaciones profesionales y/o de servicio, trueque, acuerdos mutuos en la forma y en el tiempo. De esta manera, el que da no se ubica en una posición superior.
- La persona ha de dar lo que tiene y en lo que es apto; si a mí me piden ayuda en temas que desconozco lo mejor que puedo es reconocer mis límites y quizás en el mejor de los casos orientar dónde puede encontrar lo necesitado. Hay quienes se exigen dar más de lo que tienen (ej: tiempo, energía), en desmedro de sí mismos y hay quienes exigen a otro que le den algo que la otra persona no tiene. Los límites vuelven a hacerse presentes.
Para terminar, y a modo de reflexión, si no hay un pedido y se da, sin preguntar al Otro qué necesita o sin corroborar que esa persona está disponible a recibir, ¿de quién es la necesidad?
¡Para que haya menor autoengaño!
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
2 de septiembre de 2018
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Actualizado: "El Destrato es Maltrato: Indiferencia Emocional" Dra. Aída Bello Canto Psicología y Gestalt