Aunque nos parezca extraño, los seres humanos transitamos más fácilmente los estados de malestar, incomodidad y queja que aquellos de bienestar y satisfacciòn. No me refiero a instantes, sino a vivir en un estado. Sí disfrutamos de instantes de alegría, de bienestar, nos abrimos a ellos y los disfrutamos; pero adentro nuestro estamos convencidos de que no son duraderos, sino instantes, momentos.
Es muy frecuente observar cómo las personas que han transitado la superación del dolor, la incertidumbre del cambio y de lo nuevo, y empiezan a sentirse bien, están conectadas con sus vidas de manera positiva, con nuevo sentido y objetivos posibles, entran en una zona gris, aparece mucho miedo a perder tanto bueno. A esto lo llamo el síndrome de la felicidad.
"Esto no puede durar", "algo malo va a pasar, ¡seguro!", "mejor que me prepare, porque el golpe será peor", "tanto bienestar tiene un precio", ... éstas son algunos de los pensamientos que se cruzan transitando un estado de bienestar, con su aparejada emoción de miedo o angustia, porque damos por hecho que no será duradero. Y se le suma el ignorar por dónde vendrá el golpe. Además, podemos perdernos de vivir oportunidades nuevas que nos sumen bienestar, en el área de la vida que sea, por temor a que por "ahí venga la cosa".
Cuando digo felicidad y cuando hablo de un estado de bienestar, no me refiero a un estado de paraìso permanente donde nada que nos disguste pase, donde todo esté tal cual yo quiero, donde la vida me sonría en todas sus facetas y la gente sea como a mí me gusta. Me refiero fundamentalmente a una actitud positiva ante la vida, donde conozco mis recursos, aprendí a pedir ayuda (no tengo que resolver todo yo solo/a), me habito con respeto hacia mí y hacia los otros, realizo mis elecciones y aprendo de ellas.
En esencia lo que nos pasa es que no tenemos entrenada nuestra actitud positiva, indispensable para permanecer en el estado de bienestar. Nuestro cerebro está más acostumbrado a recorrer los mapas neurológicos grabados con experiencias negativas. Nos acostumbramos a transitar momentos tan difíciles y aprendimos a vivir con la sensación de malestar, que nos cuesta tener confianza en que lo "bueno", el bienestar alcanzado, va a permanecer (no por suerte sino porque aprendimos sobre nosotros mismos y còmo ser protagonistas del logro alcanzado).
¿Cómo entrenar nuestro cerebro a crear nuevos mapas y fomentar la actitud positiva?
El psicólogo Shawn Achor realizó una investigación durante ocho años en Harvard sobre el entrenamiento del cerebro para ponerlo en positivo, comprobando que con ello se obtienen mejores resultados en cualquier área de la vida y se genera dopamina, que es la encargada de aumentar la sensación de felicidad e incrementar nuestras capacidades cognitivas.
Comparto con Ustedes los cuatro puntos encontrados para desarrollar el cerebro positivo:
1) Gratitud: escribir diariamente tres cosas por las que estamos agradecidos; hacer esto durante 21 días, añadiendo cada día tres cosas nuevas (no vale repetirlas). Nos entrenamos a percibir lo que "hay", y no lo que falta.
2) Ejercicio: la realización de ejercicio físico aumenta la dopamina.
3) Meditación: nos ayuda a focalizar nuestra mente en una cosa (y en el presente) y no en varias al mismo tiempo y parar los pensamientos de todos los colores que tenemos.
4) Acto aleatorio de bondad diario: decirle algo positivo a otra persona, escribir un pensamiento positivo en cualquier red social, ¡ayudar a cruzar la calle!
Espero que te sea útil y haber contribuido con un granito de arena a alcanzar y sostener una actitud positiva, para que no sea tan "curioso" y tengas ese miedo de vivir en bienestar.
Sugerencia: mientras tengas este miedo de que "tanto bueno no puede durar", te recomiendo tomar un dìa a la vez, porque cuando se mira hacia el futuro, a largo plazo, aparece ese miedo, la desconfianza a la permanencia. Un día a la vez ... ¡y disfrùtalo!
¡Buena semana!
Dra. Aìda Bello Canto
Psicologìa y Gestalt
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a)Cuando terminé de leer este estimulante artículo, me surgió el pensamiento de crear un nuevo "Padre Nuestro"... O sea:
ResponderBorrar"Dopamina nuestra que estás en nuestro interior, manifiéstate cada día, acompáñanos en nuestros proyectos, no nos abandones en el curso de nuestras vidas...Amén" ...
...b) Ah... y me encantó lo de "me habito y/o habitúo al respeto hacia mí y hacia los otros, realizo mis elecciones, procuro aprender de ellas e invoco a mi dosis de dopamina diaria cada día". Gracias Aída por atinados y entusiasmantes artículos !!!
Gracias Trinitaria por tu rico comentario y generosidad en compartir tu "Padre Nuestro¨ !!!
BorrarTe deseo un excelente inicio de semana!
Un cálido saludo,
Aída
Bello artículo!! Comparto!
ResponderBorrarMuchas gracias!!
BorrarHola Doctora,
ResponderBorrarMuy atinado y claro su escrito. ¡A ponerlo en pràctica!
Gracias por sus aportes.
Rodrigo
Hola Rodrigo,
BorrarAgradecida con tu comentario. Me alegra de que sea ùtil.
Un càlido saludo,
Aìda
Muy interesante...!
ResponderBorrarUn abrazo Aída y felíz jornada.