El enojo es una de las emociones primarias, inevitable en nuestras vidas y necesaria para poner límites. Como no nos enseñan a enojarnos para solucionar el problema o situación que nos lo ocasiona, solemos verla y vivenciarla como negativa o productora de mayores conflictos; de ahí que el "manejo del enojo" sea tan tratado desde diferentes disciplinas.
Mi intención es aportar con el conocimiento de las fases del enojo, para acceder a la posibilidad de transformar un enojo que complica y dificulta a la persona y/o las relaciones, en un enojo que resuelve y potencia la clara comunicación (con uno mismo y con el otro).
Es un entrenamiento que por lo menos los que hemos crecido en la cultura occidental, hemos de aprender de a poco para dejar de pagar con nuestros vínculos o nuestra salud su explosión o su silencio.
Cuánto más nos enojamos eficazmente, menos nos enojamos. ¡Qué paradoja! Lo que pasa es que reaccionamos más rápidamente ante la incomodidad y molestia, sin llegar en la curva ascendente del enojo, al enojo propiamente dicho ni a la ira.
Fases a tener en cuenta:
1- Darnos cuenta que estamos enojados. Muchas personas tienen tan adormecida esta emoción, generalmente por cuestiones de creencias, que les resulta difícil detectarla. Sugiero que presten atención a molestias corporales, y cuando las detecten revisen si ha pasado "algo molesto" pero lo dejaron pasar ("¡Bah! ¿para qué voy a crear un problema de esto? mejor lo dejo pasar; total, no es tan importante").
2- ¿Qué me enoja? Pararnos a reflexionar qué es lo que me ha enojado, desde el punto de vista de la situación acontecida, no desde una posición de guerra contra el otro.
3- Descarga física. Cuando nos enojamos segregamos químicos en nuestro organismo, neurotransmisores, que han de ser descargados antes de pasar a la siguiente fase, comunicar que estamos enojados y qué nos ha enojado. Sino hacemos esta descarga, corremos riesgo de sacarlos a través del tono de voz, descalificación contra el otro, castigo o quedarnos con ellos adentro, siendo campo fértil para somatizaciones. Sobre este punto específico está el post "¿Con enojo? ¡Tip para no empeorar las cosas!"
A veces esta fase no la podemos hacer en el mismo momento y hemos de postergarla; lo importante es saber que podemos señalar que estamos enojados mas no es el instante adecuado para conversar al respecto ... aún.
4- Comunicar mi enojo. Las tres fases previas son un trabajo individual; recién ahora estamos en disposición de hablar con el otro sobre lo que siento y mi necesidad de que esta situación no se repita ya que me hace sentir: no tomada en cuenta, valorada, querida, etc. Damos la oportunidad al otro de que sepa qué me pasa en verdad y no que "imagine o suponga". Muchas veces ante la pregunta ¿qué te pasa? aparece la respuesta "nada", porque damos por hecho el otro "sabe perfectamente".
5- Instrumentar estrategia para que no se repita. Si tomamos la situación concreta que me ha enojado y no una guerra contra el otro, he de articular alguna estrategia y decírsela al otro para que no se produzca la misma situación. Por ejemplo, si me enoja que alguien llegue tarde a una cita sin aviso, instrumentaré no esperar más de quince minutos; se lo diré al otro para que sepa que tras ese tiempo acordado, yo me iré. A veces la estrategia va acompañada de un pedido hacia el otro; es llegar a un acuerdo conjunto.
6- Castigo. Ésta es la única fase que no ha de existir en un enojo eficaz, mas lo pongo porque es altamente frecuente que aparezca: es la necesidad de devolverle al otro el mismo malestar ocasionado. Puede ser en el mismo momento a través de la descalificación, por ejemplo, o dilatado en el tiempo en otra ocasión "que no tiene nada que ver". La venganza.
Como en todo vínculo, las dos partes han de sostener la calidad del mismo. Podemos encontrarnos que aún con nuestra mejor intención de presentar un enojo eficaz, el otro se instale en el conflicto, la negación, la no escucha; que desatienda nuestra propuesta para que no se repita esa situación ... y que vuelva a repetirse sin cambio alguno. Esto ya no está en nuestras manos, para así decirlo; somos responsables de nosotros mas no del accionar del otro. Si es reiterado, tendremos que plantearnos el tipo de vínculo y su profundidad y qué elijo hacer al respecto.
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
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Excelente!!
ResponderBorrarGracias,
Rodrigo
Muchas gracias Rodrigo.
BorrarLe deseo un buen dia!
Un cálido saludo,
Aída