Las emociones poseen funciones esenciales en nuestra vida, operando cual brújula interna que nos orienta sobre nuestra experiencia con el medio que nos rodea, señalándonos necesidades propias y nos motivan e impulsan. Ya hemos visto cómo cada una de las emociones de primarias (Afecto, Enojo, Alegría, Miedo y Tristeza) tiene un propósito específico para vincularnos, poner límites, conectarnos con la vitalidad y satisfacción, buscar las herramientas que precisamos en situaciones determinadas y buscar el necesario recogimiento para procesar ciertos momentos personales.
Así mismo acontece con las emociones secundarias o de desarrollo, que nos amplían el arco iris de posibilidades de contacto con nosotros mismos y con los demás. Sobre este tema me he referido a la necesidad de desplegar nuestro alfabeto emocional para enriquecernos, poseer mayores herramientas frente a avatares, nutrir una positiva actitud y ampliar nuestra comprensión para con nosotros mismos y para con los demás.
Cuando no escuchamos sus señales, nuestras emociones no cumplen su función, se pueden tornar tóxicas; hay muchas razones para que esto acontezca, entre varias: por anestesia emocional, por no poder reconocer lo que se siente, por experiencias pasadas no resueltas, por creencias o mandatos, etc, pudiendo pagar un precio con nuestro cuerpo, ya que las emociones poseen su sostén orgánico. Recuerden que no hay ninguna emoción que acontezca, que no sea registrada por el cuerpo antes.
Pues bien, ya que nuestras emociones y nuestro organismo están íntimamente relacionados, al incidir en uno, la otra parte se ve directamente afectada, veamos la otra puerta de acceso - la orgánica/ nuestro cuerpo- para generar emociones que nos aportan mayor bienestar. Esta puerta son los neurotransmisores. Veamos tres (son muchos):
Endorfinas: Son llamadas las moléculas de la felicidad porque nos conectan al disfrute de la vida, nos sentimos satisfechos y gratos con lo propio y lo que nos rodea, y ayudan a tener una actitud positiva frente a las crisis.
Bajas endorfinas: estas personas se ven afectadas más por los avatares de la vida, se desbordan más fácilmente, se sienten más tristes.
Dopamina: Este neurotransmisor está ligado a las emociones de la alegría, la confianza, entusiasmo, optimismo y vitalidad.
La falta de ella puede influenciar en la aparición de la tristeza, la duda, el miedo y tendencia a tomar una actitud negativa frente a los hechos.
Serotonina: Influye directamente en la expresión de las emociones. Su falta incide en la depresión, la ansiedad, el control del sueño y la alimentación.
¿Cómo podemos ayudar a segregar estos tres neurotransmisores?
Actividad física: Un estudio de la Universidad de Uppsala (Suecia) publicado en la revista Neurobiology of Aging, demostró la importancia de un estilo de vida que incluya actividad física para segregar endorfinas y mantener una buena salud cerebral. Comprobaron el aumento de la sustancia gris en el lóbulo parietal y en la zona de Precuneus que está relacionada con el Alzhéimer.
En los tiempos que transitamos quedándonos en nuestras casas, puedes acudir a YouTube para encontrar muchísimos videos que nos facilitan tener actividad física ¡y para todos los gustos!
Lenguaje musical: Con la música logramos cambios de ánimo (he hecho referencia a ello en el "Poder de la Música"), ya que incide en nuestras emociones a través de la secreción de los tres neurotransmisores antes mecionados. El departamento de Psicología de la Universidad de Groningen, Países Bajos, elaboró tras sus investigaciones, una lista de 20 canciones; ubicaron qué segregaba cada canción. Ejemplos:
- "Birthday", de Kate Perry, estimula la secreción de dopamina.
- "Wake me up" de Avicci, genera endorfinas.
Sencillamente, ponte en algún momento del día una música vital, activa!
Activar los nervios de la piel: ya que liberan endorfinas. Como ejemplos: masajes, caricias, tomar sol, los abrazos. Si vives solo/a, pues date masajes en los pies, por ejemplo, ponte crema en el cuerpo, ...
Otras maneras con las cuales segregamos endorfinas y dopamina:
Bailar
Reir y sonreir
Relajación
Cantar
Comer chocolate (si, ¡comer chocolate!).
¡Empieza por alguna de ellas!
Deseándote lo mejor,
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
29 de marzo de 2020
22 de marzo de 2020
Importancia de las Palabras. ¿Nos comunicamos?
Vivimos permanentemente comunicándonos con nuestros semejantes y con nosotros mismos (nuestros diálogos internos), variando la profundidad de las conversaciones según la calidad del vínculo e incluso nuestro estado de ánimo en el momento.
Nos relacionamos con el otro, aún vivamos solos; el encuentro con nuestros semejantes siempre aparece tarde o temprano, por deseo o necesidad. Está en nuestra vida cotidiana.
Ahora bien, el hablar no implica necesariamente que nos comuniquemos. Podemos llenar de palabras un espacio de tiempo o que nos hablen largo rato, y al final no nos dimos a conocer o no mostramos realmente como estamos, cómo pensamos o sentimos en ese momento; también podemos partir sin saber cómo esta el otro o como se siente. Hablar no siempre es sinónimo de comunicar.
Es de suma importancia lograr una franca comunicación pues ella nos acerca a los demás, fortalece nuestros vínculos, nos damos y nos mostramos siendo quienes somos y desde ahí entro en real contacto con el otro: me conecto con el otro. Abro la puerta al encuentro.
Las palabras son una de las muchas herramientas poderosas que poseemos para relacionarnos, lo cual no es poca cosa ya que vivimos en una época donde escuchamos con alta frecuencia quejas sobre la soledad o el sentirse incomprendido. Seamos honestos con nosotros mismos y revisemos la calidad de nuestra comunicación: ¿digo lo que realmente quiero decir? ¿Mis palabras muestran con coherencia mis pensamientos y sentimientos? ¿Me comunico con el otro con honestidad o evado el mostrarme por miedo a lo que piense el otro, por ejemplo?
Son variadas las causas por las que evitamos una franca comunicación, y en esencia necesitamos una buena autoestima para lograrla. No es una fácil tarea, mas es un gran paso el reconocer en nosotros mismos la calidad del cómo nos comunicamos y si decimos realmente lo que queremos decir. Así tomamos la dosis de responsabilidad que tenemos en la calidad de nuestros vínculos, nuestras relaciones, y desde ahí sí tenemos mucho para mejorar y fortalecer nuestro encuentro con el otro, suavizando paulatinamente y mejorando tantos sentimientos, muchas veces dolorosos, de aislamiento, soledad, incomprensión.
Las palabras influyen en las relaciones afectivas y en la forma en que la gente puede funcionar entre sí. Las palabras que usamos tienen consecuencias en nuestra salud, lo que nos decimos a nosotros mismos pone en funcionamiento nuestro cerebro con todo su arsenal químico, como he ya he comentado que “somos lo que pensamos y sentimos”.
¿Cuantas veces suponemos lo que el otro nos quiso decir en lugar de lo que nos dijo realmente? Y reaccionamos en base a esas suposiciones, nos “hacemos la cabeza”. Cuánto más fácil sería el corroborar con el otro lo que estamos suponiendo, y darle la oportunidad de que nos lo confirme o nos saque del equívoco.
Si deseamos mejorar nuestras relaciones, queremos fortalecer nuestros vínculos, un camino regio para ello es prestar atención a nuestra forma de comunicarnos; vernos a nosotros, es toda una tarea, mas poseemos las riendas para implementar una transformación.
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
15 de marzo de 2020
Emociones básicas para la Vida. Beneficios
Existen cinco emociones básicas que todos tenemos, no siempre balanceadas, que son necesarias para conectarnos sanamente con la vida. Cada una de ellas posee una función y muchas veces nos señala una necesidad sentida, la cual si la escuchamos y atendemos nos mejora la existencia.
Éstas son:
- Alegría
- Afecto / Amor
- Enojo
- Tristeza
- Miedo
El que sean “básicas” no quiere decir que las detectemos rápidamente y con facilidad; muy al contrario, podemos encontrar que alguna de ellas no está en mi “menú de opciones”; el reconocer mi dificultad para darme cuenta cuándo la siento ya es un gran paso para saber hacia dónde he de estar atento/a para poder aprender a descubrirla y satisfacer mi necesidad vital. Te voy a proponer un rápido ejercicio después para que veas hacia dónde focalizar.
A la dificultad de reconocer y nombrar una emoción yo la denomino analfabetismo emocional, que disminuye la capacidad de la persona de conectarse con el mundo, consigo mismo y con los otros, con el arcoiris de emociones que tenemos. Esto afecta mucho los vínculos (Ej: hay quien no reconoce la ternura; otros confunden tranquilidad con melancolía). Por supuesto que el analfabetismo emocional puede destrabarse y aprenderse; lo veremos en otro momento.
Pasemos a las emociones básicas y su función:
La alegría nos conecta con la energía vital. Sirve como motivación para la vida (relaciones, logros), y se demuestra en el cuerpo energizado por aumento de las endorfinas y el sistema inmunitario.
El Afecto/ Amor nos vincula con los demás seres humanos. Es esencial para relacionarnos y “nos mueve hacia el otro”. Somos seres en comunidad y recordemos cuánto nos fortalece el estar en conexión con nuestro medio.
El Enojo nos ayuda a poner límites. Sirve para atravesar un obstáculo e intentar lograr el objetivo. Para lograr que sea funcional y no destructivo recomiendo el post de “Descargando … en un almohadón”.
La Tristeza nos ayuda a retirarnos. Muchas veces necesitamos esta retirada para poder cerrar situaciones internas y externas. El darnos permiso para la misma, nos ayuda a seguir adelante.
El Miedo nos avisa que nos faltan herramientas para enfrentar una situación; es una señal. Por ejemplo, si no sé nadar y camino cerca de una pileta me avisa “Camina lejos”, me cuida.
Para que veas cómo estás de estas emociones básicas, te propongo el siguiente ejercicio: Anota en forma de lista las cinco emociones, y vas a darle un número a cada una de ellas según la claridad con que detectes esta emoción en tu vida. La numeración va del 1 al 5, siendo el 1 para la emoción que prácticamente no detectas en tu vida y el 5 para la que claramente detectas su presencia (esto no tiene que ver con que te guste o no dicha emoción). Por ejemplo, si yo prácticamente no detecto el miedo cuando lo siento, le doy un 1 y lo escribo al lado de Miedo. Si detecto el enojo, pero tardo un poco en registrarlo, le puedo dar un 3. Si me doy cuenta de inmediato que aparece la tristeza, le doy un 5.
¿Te animas?
Ponle foco a las emociones con puntuación baja y fíjate en la necesidad que no estás cubriendo.
Y si tienes ganas de aprovechar este ejercicio con alguna persona importante para tí, hazle este mismo ejercicio y compara las listas de ambos. Las emociones que han de tener más parecida puntuación son el afecto y el enojo, que hablan de la necesidad de vincularse y la puesta de límites. ¡Bueno para compartirlo!
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
23 de febrero de 2020
Cuando la Queja se instala
Muchos de nosotros conocemos a personas que viven quejándose de lo que les pasa, de lo que les toca vivir, de dolencias físicas o emocionales, de "esto" o de lo "otro". ¡Siempre hay algo de qué quejarse! Suelen tener un aire apesadumbrado, triste o de constante enojo.
Ante cualquier intento de ayuda, la persona quejosa tiene respuestas para cada una de las propuestas que se le brindan, ya sea descalificando o justificando su malestar/ queja. El sentimiento de impotencia por parte del que quiere ayudar es grande, hasta que se cansa y apela a conocidas frases, como:
"Querer es poder"
"Fíjate en tus elecciones; siempre te pasa lo mismo"
"A tí te gusta estar mal"
"Estás mal porque quieres; ¡con lo que tienes para ser feliz!"
La persona que vive instalada en la queja, no la pasa bien, pues aunque desee llamar la atención y obtener cierta dosis de compasión, realmente se "cree" lo que dice y su mirada hacia su vida está restringida, sin percibir y sentir cuánto de positivo existe en su mundo.
El quejoso se acostumbra a vivir en malestar, convirtiéndose la queja en un lugar cómodo y seguro. Por eso es que es tan difícil sacar a esta persona de la queja, que vea salidas de resolución y valorice lo mucho bueno que tiene (en salud, afectos, trabajo, etc). Todo impulso para que cambie a una actitud positiva, se torna estéril.
Cuesta pensar que se está cómodo en la queja, mas el gran beneficio es la seguridad; para salir de la misma he de cambiar algo, he de empezar a actuar, a hacer cosas diferentes. ¡Y da miedo! Todo cambio implica transitar una zona desconocida y por ende incierta e insegura.
En cambio permanecer en el malestar de la queja, permite moverse en terreno conocido, donde ya se sabe qué depara el día, qué se puede esperar de la vida y de la gente. ¡No hay sorpresas! Hay un convencimiento de que haga lo que haga, nada cambia. Entonces, ¿para qué exponerse a mayores dolores o decepciones?
Precisamente el problema de esta visión del mundo es que ubican afuera el cambio en sus vidas, sin darse cuenta que solamente cuando cambiamos nosotros mismos es que vamos generando un cambio en nuestro entorno, en nuestras relaciones, en nuestra propia calidad de vida. Implica convertirnos en protagonistas y hacedores de cuánto nos pasa. Registrar qué tengo que ver yo, con cuánto me sucede y ahí podré darme cuenta de dónde he de empezar a generar otras respuestas.
Respetar la emoción del miedo que aparece frente al cambio, a lo nuevo, implica ir despacio, suave. De esta manera podremos dar pequeños pasos e ir ganando confianza en nosotros mismos, tomando una dosis de riesgo que sí podemos soportar. De esta forma también vamos registrando el efecto transformador positivo en nuestra nueva actitud.
La queja es cual lentes "sucios" con los que miramos a través de ellos la vida. Y solamente quien los lleva puestos es quien puede limpiarlos. Vale para que no se sientan mal ante la impotencia con personas quejosas del entorno, y vale para tener claridad de que si te pasa a tí: ¡sólo tú puedes limpiarlos!
Si quieres que algo cambie, haz algo al respecto.
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
Ante cualquier intento de ayuda, la persona quejosa tiene respuestas para cada una de las propuestas que se le brindan, ya sea descalificando o justificando su malestar/ queja. El sentimiento de impotencia por parte del que quiere ayudar es grande, hasta que se cansa y apela a conocidas frases, como:
"Querer es poder"
"Fíjate en tus elecciones; siempre te pasa lo mismo"
"A tí te gusta estar mal"
"Estás mal porque quieres; ¡con lo que tienes para ser feliz!"
La persona que vive instalada en la queja, no la pasa bien, pues aunque desee llamar la atención y obtener cierta dosis de compasión, realmente se "cree" lo que dice y su mirada hacia su vida está restringida, sin percibir y sentir cuánto de positivo existe en su mundo.
El quejoso se acostumbra a vivir en malestar, convirtiéndose la queja en un lugar cómodo y seguro. Por eso es que es tan difícil sacar a esta persona de la queja, que vea salidas de resolución y valorice lo mucho bueno que tiene (en salud, afectos, trabajo, etc). Todo impulso para que cambie a una actitud positiva, se torna estéril.
Cuesta pensar que se está cómodo en la queja, mas el gran beneficio es la seguridad; para salir de la misma he de cambiar algo, he de empezar a actuar, a hacer cosas diferentes. ¡Y da miedo! Todo cambio implica transitar una zona desconocida y por ende incierta e insegura.
En cambio permanecer en el malestar de la queja, permite moverse en terreno conocido, donde ya se sabe qué depara el día, qué se puede esperar de la vida y de la gente. ¡No hay sorpresas! Hay un convencimiento de que haga lo que haga, nada cambia. Entonces, ¿para qué exponerse a mayores dolores o decepciones?
Precisamente el problema de esta visión del mundo es que ubican afuera el cambio en sus vidas, sin darse cuenta que solamente cuando cambiamos nosotros mismos es que vamos generando un cambio en nuestro entorno, en nuestras relaciones, en nuestra propia calidad de vida. Implica convertirnos en protagonistas y hacedores de cuánto nos pasa. Registrar qué tengo que ver yo, con cuánto me sucede y ahí podré darme cuenta de dónde he de empezar a generar otras respuestas.
Respetar la emoción del miedo que aparece frente al cambio, a lo nuevo, implica ir despacio, suave. De esta manera podremos dar pequeños pasos e ir ganando confianza en nosotros mismos, tomando una dosis de riesgo que sí podemos soportar. De esta forma también vamos registrando el efecto transformador positivo en nuestra nueva actitud.
La queja es cual lentes "sucios" con los que miramos a través de ellos la vida. Y solamente quien los lleva puestos es quien puede limpiarlos. Vale para que no se sientan mal ante la impotencia con personas quejosas del entorno, y vale para tener claridad de que si te pasa a tí: ¡sólo tú puedes limpiarlos!
Si quieres que algo cambie, haz algo al respecto.
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
2 de febrero de 2020
Emociones y Calidad de Vida
La capacidad de comunicar nuestras emociones con los gestos es innata. Es un lenguaje universal, donde todos y cada uno de nosotros, sin importar idioma, cultura o país, podemos transmitir lo que sentimos desde el nacimiento. Éstas son las emociones básicas de las que hemos hablado, cuya función es la de supervivencia. Y es que nuestro cerebro emocional viene equipado para la superviviencia y para el bienestar.
Sí, leíste bien, venimos equipados emocionalmente para el bienestar, pues aún las emociones displacenteras, que son comúnmente y equivocadamente llamadas emociones negativas (ej: miedo, tristeza, enojo), las necesitamos para protegernos y cuidarnos, ayudándonos a tomar lo que necesitamos para encarar cada situación específica dada. No sobreviríamos sin ellas.
Las emociones placenteras (ej: alegría, afectividad, serenidad) también cumplen su objetivo evolutivo al ampliar nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales. Lo interesante a destacar es que no solamente venimos ya equipados con estas emociones - todas son positivas pues las necesitamos- , sino que a través de las diferentes formas de aprendizaje podemos reforzarlas y nutrirlas; logrando al mismo tiempo, una transformación de nuestra estructura cerebral a través de la neuroplasticidad.
La calidad de una vida personal depende de la capacidad - inteligencia emocional- de sentir y expresar las emociones, así también el regularlas. Me parece de suma importancia el aprender a utilizar en el mundo emocional la conjunción "Y"; ¿a qué me refiero? a que no estamos invadidos por una sola emoción y muchas veces el sentir la preponderancia de una sola, puede hacernos creer que estamos "tomados", teñidos, por la misma. Si fuese la emoción alegría diríamos que no habría problema alguno, mas si es tristeza o angustia, la persona se sumerge en ellas con todo el compromiso físico que además implica.
Si nos damos tiempo para registrar cómo estamos, cómo nos sentimos, podremos registrar que a lo mejor sentimos tristeza en un área de nuestra vida y al mismo tiempo sentimos bienestar/alegría en otra área. Afinar nuestro alfabeto emocional, concedernos el tiempo para pulir nuestro registro sobre cómo estamos y darnos cuenta de la riqueza emocional que poseemos, nos abre la puerta a una mayor vitalidad, a una mayor conexión con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Además sumándole la convivencia de varias emociones al mismo tiempo, nos auto-proveemos de un paracaídas para esos momentos de tránsito en la vida que todos atravesamos.
Desarrollar nuestra inteligencia emocional va de la mano de nutrir nuestros pensamientos positivos, aprender a percibir con mayor facilidad lo "que hay y no lo que falta", registrar y valorar los aspectos y acontecimientos positivos de nuestra vida; y paralelamente, vamos transformando nuestro organismo con sus químicos y nuestro cerebro; muchos investigadores lo denominan el cerebro feliz.
¿Es un entrenamiento? ¡Sí!
¿Hemos de hacer algo nuevo? ¡Sí!
¿Nos lleva a consultarnos adentro? ¡Sí!
¿Es posible la transformación? ¡Sí!
Y por último, ¿nos merecemos vivir mejor, sumar calidad de vida? ¡Definitivamente Sí!
¡Nos beneficiamos todos!
Dra. Aida Bello Canto
Psicoloía y Gestalt
Sí, leíste bien, venimos equipados emocionalmente para el bienestar, pues aún las emociones displacenteras, que son comúnmente y equivocadamente llamadas emociones negativas (ej: miedo, tristeza, enojo), las necesitamos para protegernos y cuidarnos, ayudándonos a tomar lo que necesitamos para encarar cada situación específica dada. No sobreviríamos sin ellas.
Las emociones placenteras (ej: alegría, afectividad, serenidad) también cumplen su objetivo evolutivo al ampliar nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales. Lo interesante a destacar es que no solamente venimos ya equipados con estas emociones - todas son positivas pues las necesitamos- , sino que a través de las diferentes formas de aprendizaje podemos reforzarlas y nutrirlas; logrando al mismo tiempo, una transformación de nuestra estructura cerebral a través de la neuroplasticidad.
La calidad de una vida personal depende de la capacidad - inteligencia emocional- de sentir y expresar las emociones, así también el regularlas. Me parece de suma importancia el aprender a utilizar en el mundo emocional la conjunción "Y"; ¿a qué me refiero? a que no estamos invadidos por una sola emoción y muchas veces el sentir la preponderancia de una sola, puede hacernos creer que estamos "tomados", teñidos, por la misma. Si fuese la emoción alegría diríamos que no habría problema alguno, mas si es tristeza o angustia, la persona se sumerge en ellas con todo el compromiso físico que además implica.
Si nos damos tiempo para registrar cómo estamos, cómo nos sentimos, podremos registrar que a lo mejor sentimos tristeza en un área de nuestra vida y al mismo tiempo sentimos bienestar/alegría en otra área. Afinar nuestro alfabeto emocional, concedernos el tiempo para pulir nuestro registro sobre cómo estamos y darnos cuenta de la riqueza emocional que poseemos, nos abre la puerta a una mayor vitalidad, a una mayor conexión con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Además sumándole la convivencia de varias emociones al mismo tiempo, nos auto-proveemos de un paracaídas para esos momentos de tránsito en la vida que todos atravesamos.
Desarrollar nuestra inteligencia emocional va de la mano de nutrir nuestros pensamientos positivos, aprender a percibir con mayor facilidad lo "que hay y no lo que falta", registrar y valorar los aspectos y acontecimientos positivos de nuestra vida; y paralelamente, vamos transformando nuestro organismo con sus químicos y nuestro cerebro; muchos investigadores lo denominan el cerebro feliz.
¿Es un entrenamiento? ¡Sí!
¿Hemos de hacer algo nuevo? ¡Sí!
¿Nos lleva a consultarnos adentro? ¡Sí!
¿Es posible la transformación? ¡Sí!
Y por último, ¿nos merecemos vivir mejor, sumar calidad de vida? ¡Definitivamente Sí!
¡Nos beneficiamos todos!
Dra. Aida Bello Canto
Psicoloía y Gestalt
19 de enero de 2020
Fortaleciendo la Autoestima: 6 pilares.
La autoestima que cada uno posee como resultado de su autoevaluación, no es algo estático, no es un concepto o creencia; se refleja en el día a día en lo que hacemos, en cómo somos. "Lo que determina el grado de autoestima es lo que el individuo hace" (N. Branden).
En esta frase lo que resulta más importante, a mi entender, es el hace, pues señala que podemos acceder a un mejor grado de autoestima a través de la práctica. Esto habla de ponerse en acción, ser constante en pequeñas y grandes cosas, momentos, situaciones. No dejar de intentar, pues en la práctica es que iremos consiguiendo la maestría. Así que abajo la exigencia y valorizemos cada intento que hagamos.
Branden (psicólogo, escritor e investigador) nos muestra seis pilares de la Autoestima; los enumero y les sumo mis aportes:
1- La práctica del vivir conscientemente. Por ejemplo: Pon tu atención en tus prioridades, fíjate cómo te relacionas con otras personas. Como decimos en Gestalt, darte tiempo para darte cuenta, qué haces, cómo lo haces, qué eliges; no podemos hacer ésto todo el tiempo, mas sí pararnos un ratito cada día para prestarnos atención.
2- La práctica de la auto-aceptación. Todos tenemos nuestras luces y sombras, aspectos nuestros que valoramos y aspectos que rechazamos. La auto-aceptación nos convoca a reconocernos e integrar nuestros aspectos rechazados, ¿cuándo son útiles? por ejemplo, y nuestros aspectos desconocidos (en sombra) donde guardamos muchas potencialidades.
3- La práctica de la auto-responsabilidad. Darnos cuenta de nuestras elecciones, tomando la palabra responsabilidad desde su semántica - responsa / habile: habilidad de respuesta. No desde la carga o la exigencia. Apropiarme de mis elecciones.
4- La práctica de la auto-afirmación. Se refiere a ser auténtico, a actuar en concordancia con lo que piensas y sientes. A esto lo llamamos ser coherente.
5- La práctica del vivir con un propósito. Esto habla de poner en marcha nuestras capacidades en búsqueda de un objetivo, cualquiera que sea éste; lo que nos inspira desde adentro a nosotros mismos (no lo que deberíamos hacer o para mostrar a otros), aquello que entra en resonancia con nuestros valores.
6- La práctica de la integridad personal. Ser congruente, que nuestras palabras y nuestros actos concuerden, que estén alineados a nuestros pensamientos y nuestro sentir. Y ese repeto hacia uno mismo se extienda hacia los demás.
La práctica de estos pilares no sólo hace referencia a la Autoestima, sino a la vida misma, al cómo transitarla y relacionarnos con los otros seres que nos rodean. Pequeños pasitos en alguno de estos puntos, son muy valiosos: "Poco a poco una persona se transforma, como una jarra se va llenando con gotas de agua" ( Buddha en El Dhammapada).
¡Lo mejor para tí!
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
5 de enero de 2020
Tus pensamientos te controlan ... ¿o al revés? Herramienta.
Estamos llenos de pensamientos, y muchas veces damos vueltas y vueltas respecto a un tema o situación que nos inquieta, nos genera ansiedad, angustia, ... sin saber cómo salir de ellos, cambiar la dirección de nuestros pensamientos, parar!
Las respiraciones y la relajación son dos herramientas altamente eficaces para aprender a salir de esas "ruedas de pensamientos incansables", ser nosotros mismos los que decidimos hacia dónde va nuestra atención, y que no sean nuestros pensamientos los que nos controlen.
También incidimos positivamente en las emociones, posibilitamos un cambio de actitud positiva y cuidamos nuestro cuerpo de no acumular tensión nerviosa.
Les ofrezco un ejercicio de relajación básica (8 minutos + 2 de introducción), sencillo, mas no por ello menos profundo. Mi objetivo es que puedan empezar a entrenarse en esta enorme herramienta de una manera suave, respetando cada uno su tiempo y su posibilidad de lograrla.
Plantéatelo como una meta a alcanzar paso a paso, con constancia. No te exigas el lograr la relajación desde la primera vez, aunque sea una básica, pues para muchos representa distintos desafíos:
- bajar la tensión,
- aprender a soltar los pensamientos, y
- conectarse con el estado de serenidad interna, generado por la disminución de tensión.
Paulatinamente, al hacer tu relajación, irás operando en estos tres desafíos, sin forzarte y sin exigencia.
El ejercicio de relajación trae consigo 3 en 1:
1) La base de la relajación es ir disminuyendo la tensión muscular de nuestro cuerpo. Donde hay tensión nerviosa SIEMPRE hay tensión muscular. Para la mayoría de nosotros, disminuir directamente la tensión nerviosa es muy difícil (no basta con saber que estoy nerviosa y por ejemplo deb,ido a ello me duele la cabeza, para que con este conocimiento pueda conseguir que desaparezca). Así pues, la manera de llegar a su disminución eficazmente es a través de bajar la tensión muscular. ¿Cómo lograrlo? pues bien, una de las maneras es la relajación.
Sepamos que si miramos el prospecto de varios medicamentos ansiolíticos, para poner un ejemplo, encontraremos que son miorelajantes (Mio = músculo) con lo cual logran químicamente lo que aquí te propongo que incorpores poco a poco este ejercicio de relajación para que puedas llevarlo "portátil" en tu vida.
2) La relajación nos lleva suavemente a aprender a focalizar nuestra atención. Durante el ejercicio aprendemos a ubicar nuestra atención en la respiración, a centrarnos en cómo el aire entra y sale. Al principio aparecen muchísimos pensamientos, y de toda índole (de lo que tengo que hacer, de lo que me olvidé, a quién tengo que llamar, y un larguísimo etc), y cada vez que aparece un pensamiento ... nos volvemos a centrar en nuestra respiración. ¡Ni te molestes contigo mismo/a por la frecuencia de aparición de tus pensamientos! lo importante es no quedar enganchado/a en ellos, sino el reubicar nuevamente tu atención en tu respiración. Con la práctica irás dándote cuenta de que se presentan más espaciados y te focalizas más fácilmente en tu respiración.
3) Cuando vas avanzando en el ejercicio, disminuyendo la tensión muscular, te darás cuenta que tu respiración se hace más pausada; centrado/a en tu respiración estás habitando el Aquí y Ahora, sin irte ni para atrás ni para adelante en el tiempo (recuerdos o anticipación), logrando con ello poco a poco ir aquietando tus emociones incómodas - por así decirlo- y acrecentando un estado emocional de tranquilidad / serenidad. Al disminuir tu tensión muscular has ido operando indirectamente en la disminución de la tensión nerviosa, has puesto a funcionar otros químicos en tu cerebro, dando como resultado un sentir la tranquilidad (a nivel físico, mental y emocional).
Único requisito: CONSTANCIA. La relajación requiere entrenamiento y ésto habla de práctica, lo más frecuente posible. No esperes conseguir los beneficios en una sola vez, no esperes a sentirte "mal" para hacerlo pues te costará mucho más; en cambio, si estás entrenado en la misma, cuando la precises te será de gran ayuda pues incuso tu cerebro acude a un nuevo mapa que has creado (neuroplasticidad).
Por supuesto que según vas avanzando en tu entrenamiento, no necesitarás esta guía o acompañamiento. Lo harás tú solo/a, que es el objetivo final, y tampoco necesitarás un espacio especial para hacer la relajación, pudiendo llevarla a cabo en cualquier lado que tengas 10 minutos sentado/a.
Construir hábitos nos lleva tiempo ... aunque sean saludables y nos mejoren la calidad de vida. ¡Paciencia, constancia, práctica!
¡Te deseo lo mejor!
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
Las respiraciones y la relajación son dos herramientas altamente eficaces para aprender a salir de esas "ruedas de pensamientos incansables", ser nosotros mismos los que decidimos hacia dónde va nuestra atención, y que no sean nuestros pensamientos los que nos controlen.
También incidimos positivamente en las emociones, posibilitamos un cambio de actitud positiva y cuidamos nuestro cuerpo de no acumular tensión nerviosa.
Les ofrezco un ejercicio de relajación básica (8 minutos + 2 de introducción), sencillo, mas no por ello menos profundo. Mi objetivo es que puedan empezar a entrenarse en esta enorme herramienta de una manera suave, respetando cada uno su tiempo y su posibilidad de lograrla.

- bajar la tensión,
- aprender a soltar los pensamientos, y
- conectarse con el estado de serenidad interna, generado por la disminución de tensión.
Paulatinamente, al hacer tu relajación, irás operando en estos tres desafíos, sin forzarte y sin exigencia.
El ejercicio de relajación trae consigo 3 en 1:
1) La base de la relajación es ir disminuyendo la tensión muscular de nuestro cuerpo. Donde hay tensión nerviosa SIEMPRE hay tensión muscular. Para la mayoría de nosotros, disminuir directamente la tensión nerviosa es muy difícil (no basta con saber que estoy nerviosa y por ejemplo deb,ido a ello me duele la cabeza, para que con este conocimiento pueda conseguir que desaparezca). Así pues, la manera de llegar a su disminución eficazmente es a través de bajar la tensión muscular. ¿Cómo lograrlo? pues bien, una de las maneras es la relajación.
Sepamos que si miramos el prospecto de varios medicamentos ansiolíticos, para poner un ejemplo, encontraremos que son miorelajantes (Mio = músculo) con lo cual logran químicamente lo que aquí te propongo que incorpores poco a poco este ejercicio de relajación para que puedas llevarlo "portátil" en tu vida.
2) La relajación nos lleva suavemente a aprender a focalizar nuestra atención. Durante el ejercicio aprendemos a ubicar nuestra atención en la respiración, a centrarnos en cómo el aire entra y sale. Al principio aparecen muchísimos pensamientos, y de toda índole (de lo que tengo que hacer, de lo que me olvidé, a quién tengo que llamar, y un larguísimo etc), y cada vez que aparece un pensamiento ... nos volvemos a centrar en nuestra respiración. ¡Ni te molestes contigo mismo/a por la frecuencia de aparición de tus pensamientos! lo importante es no quedar enganchado/a en ellos, sino el reubicar nuevamente tu atención en tu respiración. Con la práctica irás dándote cuenta de que se presentan más espaciados y te focalizas más fácilmente en tu respiración.
3) Cuando vas avanzando en el ejercicio, disminuyendo la tensión muscular, te darás cuenta que tu respiración se hace más pausada; centrado/a en tu respiración estás habitando el Aquí y Ahora, sin irte ni para atrás ni para adelante en el tiempo (recuerdos o anticipación), logrando con ello poco a poco ir aquietando tus emociones incómodas - por así decirlo- y acrecentando un estado emocional de tranquilidad / serenidad. Al disminuir tu tensión muscular has ido operando indirectamente en la disminución de la tensión nerviosa, has puesto a funcionar otros químicos en tu cerebro, dando como resultado un sentir la tranquilidad (a nivel físico, mental y emocional).
Único requisito: CONSTANCIA. La relajación requiere entrenamiento y ésto habla de práctica, lo más frecuente posible. No esperes conseguir los beneficios en una sola vez, no esperes a sentirte "mal" para hacerlo pues te costará mucho más; en cambio, si estás entrenado en la misma, cuando la precises te será de gran ayuda pues incuso tu cerebro acude a un nuevo mapa que has creado (neuroplasticidad).
Por supuesto que según vas avanzando en tu entrenamiento, no necesitarás esta guía o acompañamiento. Lo harás tú solo/a, que es el objetivo final, y tampoco necesitarás un espacio especial para hacer la relajación, pudiendo llevarla a cabo en cualquier lado que tengas 10 minutos sentado/a.
Construir hábitos nos lleva tiempo ... aunque sean saludables y nos mejoren la calidad de vida. ¡Paciencia, constancia, práctica!
¡Te deseo lo mejor!
Dra. Aída Bello Canto
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Cuando hablamos de maltrato, todos nos podemos hacer una idea de qué se trata e incluso lo unimos a la violencia, sea física y/o emocional...