17 de marzo de 2013

Somos lo que pensamos y sentimos



actitud, cerebro, reflexionFrecuentemente escuchamos información, por diferentes medios, sobre la relación existente entre nuestra salud y la manera en que vivimos, no solo desde lo que hacemos propiamente, sino también respecto a los pensamientos que tenemos y los sentimientos que nos habitan.

Es mucho mas conocida la primera, esa estrecha relación entre calidad de vida y salud física; ¿quien ignora los efectos del stress? Presión arterial alta, disminución del sistema inmunológico (mayor propensión a un resfrío, por ejemplo), insomnio, etc.

Ahora bien, la segunda que hace referencia a cómo incide lo que pensamos y sentimos en nuestra salud física, es menos conocida o quizás le prestamos menos atención. El recordar que poseemos un bellísimo laboratorio químico en nuestro cuerpo y cuánto podemos hacer para que funcione a favor de nuestra salud a través de los contenidos de nuestros pensamientos, recuerdos y sentimientos, ¡no es poca cosa!

Por ejemplo, un recuerdo negativo o triste libera las mismas hormonas que una situación de stress; si reiteradamente nuestro pensamiento evoca este tipo de recuerdos, inundamos nuestro organismo con estos químicos que nos conducen a una disminución del sistema inmunológico. Interpretar la experiencia de vida de forma negativa (las relaciones, el trabajo,…) logra que nuestro cerebro genere sus neurotransmisores acordes a tales pensamientos, influye en nuestro ciclo del sueño y hasta “se note” en las células de nuestra piel.

Tenemos frases en nuestro lenguaje cotidiano que hacen alusión a un aspecto de lo que hablamos: “Me broté”, “Me cayó como una patada al hígado”, “… como una piedra en el estómago”, y cada órgano se ve comprometido bioquímicamente mas allá de las palabras.Las investigaciones de House et al. han demostrado que el aislamiento afectivo es un factor de riesgo metabólico tanto o más importante que el tabaquismo, la hipertensión arterial o la obesidad.

De igual manera incidimos en nuestra biología, con sus químicos pertinentes, con la serenidad y la actividad armoniosa. Un recuerdo o pensamiento alegre nos fortalece el sistema inmunológico, de igual manera que ingerir un trozo de tarta con placer en lugar de culpa (¡mejor no comerlo!). Una visión y experiencia vital en lo cotidiano poniendo acento más en” lo que hay y no en lo que falta”, transforma nuestro perfil bioquímico, con las hormonas que segregamos, los neurotransmisores de nuestro cerebro, alimentando nuestra salud física.

La psiconeuroinmunoendocrinologia (PNIE) se ha encargado con sus amplias investigaciones y resultados de darnos a conocer cuán protagonistas somos de nuestra biología, y de cómo nuestros pensamientos y sentimientos son metabolizados por nuestro cuerpo.

Si quieres saber cómo estará tu cuerpo mañana, observa tus pensamientos y sentimientos de hoy”

6 comentarios:

  1. Cuanta veracidad tiene tu reflexión!! desearía tener una especie de "protocolo" a seguir, para instantáneamente poner en práctica...cuando mi tinte parduzco opaca mi visión.

    Gracias Aida y volvé pronto!!!:)
    Besotes, Grisel

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  2. Aida,gracias por tu claridad y tu sensatez a la hora de hacernos crecer. ¡Qué importante es aprender a vivir, a pensar y a sentir el hoy! creo que es la única forma de proyectar el mañana. Gracias por compartirnos toda tu sabiduría. Esto tiene gusto a poco, quiero más!
    Andrea Serrano

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  3. Gracias por tu impulso a seguir! Ojalá sea útil y ameno.
    Cariños

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  4. Es curioso darme cuenta que cuando trato de tener pensamientos o recuerdos positivos me sobreviene un sentimiento de culpa por no estar preocupándome de algo. David

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    Respuestas
    1. Hola David. Muy interesante tu comentario y super rico! pues varios se verán reflejados en el mismo, y ayuda a su darse cuenta.
      Este gran paso que has dado al registrar tu culpa cuando tratas de tener pensamientos positivos (o recuerdos), es fundamental para que puedas acceder a darte cuenta qué regla o mandato estás infringiendo (de eso se trata la culpa). Tenemos reglas internas que fueron instaladas en nuestro crecimiento para cuidarnos, y con el tiempo nos pasa que no reactualizamos las reglas y siguen funcionando como si fuésemos los mismos que "allá y entonces". Para empezar a vislumbrar tu regla que aparece que infringes al pensar en positivo, y que tiene que ver que no te estás preocupando por algo, fíjate cómo la escribirías (en forma de regla. Por ejemplo, "Eres un egoísta").
      Después que la tengas, obsérvala y fíjate si la dejarías igual, la transformarías en parte o toda.
      Es un trabajo de artesano, para que sea eficaz el cambio de reglas.
      ¿ Te animas a dar otro paso?
      Gracias por compartir.
      Un cálido saludo,
      Aida

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