26 de septiembre de 2015

Exigencia Abrumadora

Aida Bello Canto, Psicologia, Emociones, Gestalt, Exigencia, Maltrato
La exigencia es otra de las emociones vinculares que nos causa grandes padecimientos cuando pierde su función de hacernos mejorar, de dar lo mejor de nosotros mismos, teniendo en cuenta nuestras herramientas / posibilidades. Puede llegar a ser un jefe déspota interno, que nos recuerda con el malestar físico y emocional que "siempre nos falta", "nunca es suficiente".

Al ser una emoción vincular, donde entran en conflicto dos aspectos adentro nuestro: un aspecto exigido ("¿y con eso te conformas? ¡puedes dar más!") y otro aspecto exigidor (especie de juez interno insaciable que siempre pide "más"). Nos cuesta nombrar esta emoción, ya que solemos pararnos en uno u otro lado de este desacuerdo interior, y se nos hace presente a través de emociones simples (no vinculares) y por su registro intensamente corporal (todas las emociones, las sepamos nombrar o no, las recibe en primera instancia nuestro cuerpo).

Les recuerdo que la exigencia entendida como perfectibles, capaces de mejorar, es sana y se apoya en la realidad. Mas cuando la entendemos como perfección, la insatisfacción estará presente en nuestro existir ya que hagamos lo que hagamos sentiremos y pensaremos que siempre puede ser mejor, nunca es suficiente. ¡El auto-reproche nos visita con frecuencia! y cómo nos maltratamos!

¿Cómo generamos cambios? Revisando qué es para nosotros la Exigencia, en primer lugar. Tengamos presente que la exigencia nace de mandatos y creencias que todos traemos de "allá y entonces" y necesitamos cumplirlos para alcanzar la satisfacción del logro/ "la tarea cumplida". Mas la exigencia que perdió su función y es un juez implacable, no nos toma en cuenta a nosotros mismos, cómo somos y qué necesitamos para nuestro bienestar. Revisar nuestro exigidor para quedarnos con la parte que nos sirve, nos motiva e impulsa y transformar la parte que nos inhabilita, nos disminuye, descalifica.

Es un camino de resolución de ambas partes, donde el Jefe (exigidor) pide al Empleado (exigido) lo posible y coherente, valorando los logros alcanzados y respetando el tiempo para ello. Toma en cuenta otras necesidades (descanso, disfrute, ...) y no solamente la obligación del deber. Vamos disolviendo este maltrato interno sustancialmente.

1) Date tiempo a registrar cómo es para tí tu Exigencia, escribe en una hoja o donde quieras "Para mí exigencia es ..." y cuanto más detalles pongas mejor (es como la letra chiquita de un contrato); por ejemplo, ¿cuándo tu exigencia te permite descansar, disfrutar, hacer algo por el placer mismo de hacerlo sin búsqueda de un resultado específico?

2) Después relee lo que escribiste, como si te lo dijera un amigo/a y fíjate qué cambiarías, con qué parte te quedas y qué otras transformas.

3) Escribe luego tu nueva exigencia, de forma breve y clara. ¡Y ponla en lugar visible para tí para recordarte! Los cambios llevan tiempo y constancia.

Me encantaría que compartas los pasos de transformación o cómo has detectado que es tu exigencia. Todos nos nutrimos. ¡Gracias!

Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt

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