En este hoy específicamente deseo introducirlos a ciertas emociones que tenemos que son vinculares. No somos varias personas en una, ¡no, por favor!, sino que somos una integridad con múltiples aspectos internos.

¿A qué me refiero con esto? pues que adentro nuestro estas emociones generan un diálogo interno que nos ubica en un conflicto íntimo, donde nos resulta muy difícil llegar a un acuerdo.
Terminamos resolviendo momentáneamente al priorizar un aspecto, mas tarde o temprano reaparece nuevamente el otro, sintiendo ese reiterado conflicto que nos causa auto reproche, angustia y/o tristeza. Pues bien, la Culpa y la Exigencia son dos de las emociones vinculares que tienen el "ranking" en hacernos sufrir.
La culpa aparece cuando nos sentimos en falta, cuando sentimos que hemos hecho algo mal. Esta emoción se hace presente cual señal de alerta de que transgredimos una regla. Existen muchas normas de convivencia con el mundo, con nuestra sociedad y con otras personas, dándonos cuenta más fácil de nuestra falta, la culpa que nos genera y el camino para reparar "lo que hicimos mal". Ahí la culpa se disuelve.
Mas también tenemos adentro muchas reglas, "mandatos", que ante la falta de cumplimiento suena la alarma de la Culpa: ¡estamos en falta! Hay un aspecto nuestro que se siente culpable y otro aspecto nuestro nos culpa/acusa (el acusador). Ambos generan una tensión interna y gran conflicto impidiéndonos avanzar libremente.
La exigencia entendida como perfectibles (con capacidad de mejorar) es sana y está sustentada en la realidad. Mas la Exigencia entendida como perfección y que no tiene en cuenta nuestra realidad y herramientas propias, es causa de enorme padecimiento pues hagamos lo que hagamos "siempre puede ser mejor" o la sensación de insatisfechos con nosotros mismos permanece. Acá hay un aspecto exigido (el que siempre puede dar más) y otro aspecto exigidor (lo que haces no es suficiente, ¡Más!).
La resolución de este conflicto interno, la disolución del padecimiento de estas emociones vinculares, viene con un diálogo genuino donde arribamos a un acuerdo y no con ganadores y vencidos. Dada la importancia de estas emociones, las trataré por separado en los siguientes post, para que puedan arribar al camino de la efectiva resolución.
Para despedirme, sepan que cuando no atendemos nuestros dos aspectos en conflicto, tendemos a ubicar uno de estos aspectos en el afuera: encontramos personas que hacen de exigidor o acusador y así nosotros nos mantenemos en el de exigido o culpable. ¡Glup!
¡Hasta la próxima!
Dra. Aída Bello Canto
Psicología y Gestalt
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