En lenguaje sencillo, es ponerse en los zapatos del otro, sin perder contacto con lo que a mí me pasa en mis propios zapatos. La empatía nos permite sentir lo que el otro siente, así como asomarnos a imaginar cómo nos sentiríamos en la situación de otra persona.
Ésta posibilidad que tenemos los humanos de sentir con, presente en muy variada graduación en cada persona, nos conecta y nos ayuda a movilizar nuestra semántica emocional (sobre la cual venimos hablando). Nos permite desde sufrir ante la observación del sufrimiento del otro hasta alegrarnos y contagiarnos de la alegría de otra persona.
Algunas personas toman como punto de partida la empatía para trasladar el foco hacia sí mismo/a, en lugar de permanecer en el entendimiento emocional de lo que al otro le está pasando. Hemos de tener cuidado con ello si deseamos entrar en contacto con el otro, si buscamos un encuentro, pues acá puede perderse la presencia y respetuosa escucha que podemos brindar. Ejemplo: Dos personas están juntas, llamémosle A y B. A comparte con B un acontecimiento especial por el cual está transitando; B escucha e inmediatamente toma "pie" para pasar a contar su propia "historia" y explayarse en su sentir: pasa a ser el/la protagonista, con lo cual A queda relegado/a. Fijémosnos si esta situación se repite en ciertas relaciones.
Este contagio emocional es el primer paso de una cadena valiosa que nos lleva a sentir por. Se pueden destacar cuatro eslabones: empatía, simpatía, preocupación empática y compasión. No voy a explayarme en los otros tres, mas me parece importante su mención ... porque nos conducen a un actitud pro-social, a un deseo de ayudar de manera altruísta y a la compasión.
Las neurociencias han aportado mucho en los últimos años a este tema. Singer y Lamm (2009) sostienen que hay evidencia suficiente para afirmar que el hecho de poder empatizar con otros se relaciona con la activación de estructuras neuronales (neuronas espejo). Ésta es una de las razones biológicas para ir disminuyendo nuestro analfabetismo emocional.
Ya el acceder al primer eslabón de esta cadena nos nutre y potencia nuestras actitudes positivas. Si bien hay una base genética y una influencia de la comunicación emocional con la que crecimos, es posible el desarrollo de nuestras habilidades empáticas. Ni siquiera lo propongo con el objetivo de alcanzar la compasión (esto lo evaluará y decidirá cada uno), sino que les brindo esta información bajo la perspectiva de alcanzar diversos beneficios personales: mayor tolerancia al stress, evitación del juicio, importante descenso de la autocrítica y del perfeccionismo. ¡No es poco!
Y para terminar, recordarles uno de los aspectos positivos de este contagio emocional: ¡nos ayuda a desdramatizar situaciones!
¡Buen fín de semana!